domingo, 28 de marzo de 2021

Las manos de Sara Olivas

Fotografïa: Paloma Olmos
Esta semana, en el blog, tenemos el honor y el lujo de entrevistar a Sara Olivas. Periodista, gestora cultural y poeta, ha participado y gestionado eventos poéticos de Valencia, como Versillos a la Mar, Versat I Fet, De andar por casa y A pies de página. También ha sido la ganadora de la segunda Edición del Certamen de Videopoemas Poemágenes, en su edición de 2019 y del Certamen de Relatos Beatriu Civera, del Ayuntamiento de Valencia, en su edición de 2020. Se trata de una poeta joven que acaba de publicar su ópera prima, titulada “Las manos” en Valparaíso Ediciones. Desde muy pequeña ha sentido la necesidad de escribir y hoy tenemos la fortuna de poder entrevistarla. 

Pregunta: Dicen que la infancia es la patria de los poetas. Cuéntanos en primer lugar, un recuerdo de tu infancia.

Sara Olivas: Mi infancia no fue una infancia feliz, pero a pesar de ello, hay recuerdos que están grabaditos en cada rinconcito de mi memoria como, por ejemplo, los veranos en el pueblo con mi abuela. Si pudiera elegir, me quedaría con ellos.

Pregunta: ¿Qué es para ti la poesía?

S.O.: Me cuesta definir algo que creo indefinible. Para mí la poesía es un medio de comunicación, un medio de expresión. Una forma de explicarme el mundo en el que vivo y ponerle palabras. Desde siempre me ha costado mucho enfrentarme al cara a cara y usaba el folio para poder decir lo que no podía o no me atrevía a decir. Ahora mismo, no puedo entender mi vida sin la poesía.

Pregunta: Descríbenos el lugar donde escribes habitualmente.

S.O: No tengo espacios ni horarios específicos. Hay días que pienso que me vendría bien ponerme un horario de oficina para sentarme a escribir, que solo así sería capaz de terminar todo lo que tengo empezado y todo en lo que estoy trabajando, pero, por lo general, me sirve cualquier espacio. La cama, el escritorio, el sofá, un bar, una cafetería o la playa. Siempre escribo. Da igual dónde esté. Aunque es cierto que necesito silencio. Mucho silencio.

Pregunta: ¿Y un lugar donde te gustaría escribir?

S.O: Como dijo Virginia, reivindico una habitación propia, una casa propia, únicamente para mi gato y para mí, y por supuesto, dinero para adquirirla.

Fotografía: Paloma Olmos
Pregunta: ¿Tienes algún ritual a la hora de escribir?

S.O: Ninguno. No soy de rituales. Cuando tengo ganas de escribir, lo hago. No puedo salir de casa sin algún libro, una libreta y un bolígrafo. ¿Eso cuenta como ritual?

Pregunta: ¿Qué te inspira a escribir poesía?

SO: Leer. Leer mucho. Sobre todo a compañeras y a autoras. Cuando la gente dice que no se siente inspirada para escribir me pregunto si leen. También me pregunto si piensan que la inspiración llega como un milagro, como un pajarillo que se posa en tu hombro y te susurra al oído los versos que, en ese momento, crees perfectos, pero que luego los verás realmente espantosos. Por desgracia, eso no ocurre. Los milagros se persiguen, como todo en la vida. Esa es la clave. Ah, y vivir. Vivir también me inspira.  

Pregunta: Te he conocido a través de las Redes Sociales, por las cuales te mueves con bastante soltura. ¿Qué te parece el maridaje Redes Sociales – Cultura – Literatura?

S.O: Me parece perfecto si sabes gestionar todo lo que ello implica. Mucho odio, mucho hater, mucho ego, mucha envidia, pero también todo lo contrario, mucho amor, mucha sororidad y mucha gente maravillosa que si no fuera por las redes no conocerías nunca. Es cierto que, a veces, sufro un cierto amor-odio con ellas, pero no puedo quejarme. La mayoría de trabajos me han llegado por esa vía. De hecho, la editorial me contactó al haberme encontrado por Instagram. Me gusta ser activa en redes, las disfruto. En los momentos que he sentido ansiedad por ellas, me he escondido, me he dado un tiempo y cuando he estado preparada he vuelto a empezar. Y así, con todo.

Pregunta: Sueles publicar bastante en las redes sociales. ¿No te da miedo demasiada exposición en las mismas?

Fotografía: Paloma Olmos

SO: Es un debate constante en mi vida. Miedo es una palabra muy grande. Me da miedo la muerte, la inestabilidad mental, el maltrato, el machismo. Posiblemente, la exposición a las redes pueda derivar a algo de esto, entonces sí que me daría miedo y decidiría irme para siempre o para un ratito al menos. Desde hace un tiempo a ahora, soy más cuidadosa con lo que publico, no por miedo o por entrar en debates y polémicas, eso me da igual, sino por cuidarme a mí misma. Hay gente que se esconde tras avatares e insultan o se creen en pleno derecho de entrar a tu casa a criticar, opinar o menospreciar. Estoy en el proceso de no entrar en discusiones vacías y estúpidas con gente que no me conoce de nada. Ahora, les abro la puerta y les invito a salir con asertividad, educación y una gran sonrisa.

Pregunta: Eres una persona culturalmente inquieta. Has participado y gestionado eventos poéticos de Valencia, como Versillos a la Mar, Versat I Fet, De andar por casa y A pies de página. ¿Qué es lo que te mueve a ello?

S.O: Supongo que es vocación. Cuando terminé la carrera de periodismo me di cuenta que no era lo mío, que lo mío iba más allá y estaba relacionado con la cultura. Descubrí el máster de gestión cultural y me apunté. Desde ese día hace ahora cinco años. Organizar y gestionar eventos es mi profesión, precaria, pero profesión al fin y al cabo. Me mueve la pasión por lo que siento y por lo que hago. Podría decir que me mueve el dinero, pero estaría mintiendo y no me enseñaron a decir mentiras. No puedo estar quieta y me cuesta mucho parar. Ese es mi modus operandi. Mi cabeza va a mil siempre y en ella las ideas fluyen como agüita de río. Algunas ideas se llevan a cabo y se convierten en proyectos, y otras se apuntan en la libreta y se dejan reposar para más adelante o quizá para nunca, pero ahí están y ahí se quedan.

Pregunta: En la actualidad participas en un espectáculo: Las sin rostro. ¿En qué consiste?

Fotografía: @nilinephoto

SO: Las Sin Rostro es el sueño de mi vida. Bueno, uno de los sueños de mi vida. Las Sin Rostro surgió gracias a un encargo de la Biblioteca Pública de València, especialmente, un encargo de Néstor Mir. Me presentó la oportunidad de organizar un recital sin normas ni límites y llamé a algunas compañeras con las que me apetecía formar e iniciar algo. Sorprendentemente, todas dijeron que sí. Y montamos este espectáculo. Las Sin Rostro es un espectáculo poético y escénico donde poesía, voz y cuerpo toman la palabra en un mismo espacio y tiempo. En Las Sin Rostro, pretendemos fomentar la escucha activa encima del escenario. Somos seis mujeres vestidas de negro, en escena, sentadas en sillas, reivindicando y poniendo voz a las que se quedaron sin ella, a las que no pudieron hablar, ni denunciar, ni vivir. En el recital, tocamos temas sensibles como la violencia machista, la violencia sexual, los trastornos de la conducta alimentaria, el maltrato, etc. En definitiva, temas que, por desgracia, nos ha tocado vivir. Es un proyecto que está en continuo crecimiento y expansión. No es el mismo espectáculo ahora que el que se vio en octubre en la Biblioteca Pública. En el arte creemos en el ensayo - prueba - error y en ello estamos, probando, apostando y creciendo juntas. Sin embargo, Las Sin Rostro va más allá. No se queda solamente en un simple espectáculo. Es un grupo en el que, además de trabajar, estamos a gusto, compartimos poemas, charlas, aprendizajes, nos apoyamos las unas a las otras, aprendemos, nos nutrimos y aportamos sin pisarnos ni juzgarnos. Es maravilloso.

Pregunta: ¿Qué recuerdo guardas del primer premio literario que ganaste?

S.O: Del primero no lo recuerdo porque seguramente fue en educación primaria o infantil. El que tengo más cercano y creo que el más importante hasta la fecha es el Premio de Beatriu Civera de Certamen de Relatos. Recuerdo que no cogí el móvil a un número muy largo (nunca suelo contestar a números extraños o que no tengo guardados) y una amiga me habló por whatsapp diciendo que, por mi madre, cogiera el móvil. Me dio a entender que había ganado el certamen, pero yo seguía sin creerlo y hasta que no me llamó la propia concejala de igualdad, Lucía, no me lo creí del todo. Por un lado, me dio rabia porque ya era la segunda vez que ganaba un concurso y me enteraba por terceras personas, pero por otro lado, sentí mucha emoción y euforia. Por primera vez, vi que mi esfuerzo obtenía una recompensa, ya que ha sido mi primer premio en el que he ganado algo más que las gracias, ya me entiendes. Después, comencé a preguntarme porqué yo o si se habían equivocado, porque, seguramente, mi relato no era tan bueno como para merecer el primer puesto. El llamado “síndrome de la impostora”, algo con lo que tengo, tenemos que lidiar, en muchas etapas de nuestra vida.

Pregunta: Acabas de publicar tu primer poemario, denominado “Las manos”, en Ediciones Valparaíso. Háblanos de él.

S.O: Me cuesta hablar a mí misma de Las Manos. Me cuesta definirlo. Os diría que David Trashumante, en el texto que escribió para la contraportada del libro lo dice todo, pero aún así, haré un esfuerzo para hablar de él. Las Manos es mi primer y, espero, que no último libro. Las Manos es un homenaje a mi abuela y a todas las mujeres manchadas que hay en el mundo. Un homenaje a la tierra, al esfuerzo, a la casa, a los cuidados. Las Manos también es una denuncia a la sociedad machista en la que, por desgracia, vivimos. Un canto a la esperanza de esa niña que creció en la casa sin tejado y que, poco a poco, ha tenido que construirse sus muros para no morir de frío, ni de miedo, ni de soledad. Es una búsqueda continua de esa identidad perdida. Una puerta abierta a la felicidad y al amor propio. Un puntito de luz en esa oscuridad aprendida desde la infancia.

Pregunta: En tu poemario es un eje fundamental, tanto en lo literario, como en lo personal la entrañable figura de tu abuela. Todos hemos tenido una abuela que nos ha querido y a quien hemos querido. ¿Descríbenos cómo era tu abuela?

S.O: Mi abuela fue mi madre. Prudencia era una mujer menuda y con chepa, algo que siempre me llamó la atención de ella. Tenía chepa porque se había pasado toda su vida trabajando, agachada, en el campo. Prudencia era una mujer manchega que se casó con el amor de su vida y tuvo cuatro hijos. El amor de su vida murió en un accidente de trabajo y tuvo que dejarlo todo y empezar de cero en Valencia, sola y con cuatro hijos. Mi abuela fue una gran mujer. Era una superheroína a la que no le agradecí en vida todo lo que hizo por mí, las veces que me salvó. Podía con todo y siempre le ponía una sonrisa. Preparaba unos postres riquísimos, me recogía a las cinco del cole, veíamos juntas la novela mientras hacía los deberes, me llevaba al médico, me compraba juguetes, veraneaba conmigo en el pueblo. Mi abuela fue uno de los pocos seres de luz que he tenido en mi vida. Solo por ella ha merecido la pena nacer. Y cualquier palabra o poema que le dedique se le quedará corto, siempre.

Pregunta: Si extrapolamos el argumento de “Las manos” a cualquier familia media de la sociedad en la cual estamos viviendo, de principios del siglo XXI, ¿podríamos decir que el tema de fondo de tu poemario sería la falta de comunicación entre las personas, especialmente entre los miembros de cualquier familia?

S.O: No especialmente. Es cierto que en mi familia no había comunicación de ningún tipo, pero eso no es lo que resalta en el poemario. El tema de fondo es una clara denuncia a la situación machista y patriarcal que viven todas las mujeres dentro del ámbito familiar y del cuidado.

Pregunta: “(soyyoyosoy¿soyyo?)” Háblanos de tí, Sara: ¿Quién es Sara Olivas? ¿Cómo eres?

S.O: Es una pregunta más compleja de lo que parece. En el poemario, desde la primera página hasta la última, trato de entender, comprender y descifrar esa pregunta. Creo que aún no lo he conseguido. Soy joven, podría decir. Me queda toda la vida por delante para seguir conociéndome, podría decir. Según mi currículum soy periodista, gestora cultural y poeta. Según mi espejo, soy de pelo corto y castaño, bajita, con los ojos marrones y las manos pequeñas. Y para terminar, diría que, de buena, soy tonta.

Fotografía: Paloma Olmos

Pregunta: “Las niñas como yo imaginan una casa con tejado...” ¿Cómo te ves, cómo te imaginas que serás dentro de veinte o treinta años?

S.O: Me cuesta verme porque ni siquiera sé lo que voy a comer mañana o si dentro de tres días mis pulmones decidirán dejar de respirar. Dentro de veinte años tendré cuarenta y siete. Parecen muchos ahora mismo. Una eternidad. Sin embargo, si hago el esfuerzo, me gustaría verme en mi propia casa, una casa en mi barrio de toda la vida, El Cabanyal, con un trabajo estable, o medianamente estable de lo mío, viviendo de la escritura, con encargos, con un buen compañero a mi lado, por fin, e hijas.

Pregunta: Después de “Las manos”, ¿Con qué nos sorprenderás?

S.O: No me gusta desvelar en lo que estoy trabajando ahora porque siento que si hablo mucho las cosas no salen. Supongo que he heredado algunas supersticiones de mi abuela. Estoy escribiendo mucho, aunque a veces crea que no doy lo suficiente (soy muy autoexigente y poco compasiva conmigo misma). Otro poemario, una obra de teatro, una novela corta y todo lo que se me ocurra. No quiero ni busco sorprender a nadie, dejo que sea la vida la que me sorprenda a mí.

Pregunta: ¿Cómo te gustaría que te recordasen?

S.O: Como una persona que luchó por lo que quiso y lo consiguió, a pesar de todo y de todos.

Pregunta: Vamos a hacer un pequeño juego de palabras. Dinos

Un lugar: Cualquiera que no sea mi casa.

Un poeta: Francisca Aguirre.

Un actor: Asier Etxeandia.

Un cantante: Ahora mismo, C. Tangana o Nathy Peluso.

Un libro: Cualquier libro que sea de poesía. Los lagos de Norteamérica de José Daniel Espejo, por ejemplo, me tiene obsesionada ahora mismo.

Una canción: ¡Cambia! de C. Tangana.

Una comida: Tortilla de patatas.

Un poema: Frontera y Oficio de tinieblas, ambos de Francisca Aguirre.

Un postre: Tarta de queso o de zanahoria.

Un domingo ideal: En una terraza al sol con amigas.

Un sueño por cumplir: Vivir de la escritura.

Compartirías un atardecer con... Mis amigas o cualquier persona con la que pueda mantener una conversación interesante y divertida.

domingo, 21 de marzo de 2021

"Motes de las gentes de Paterna"

La història dels pobles la fan les seues persones en el dia a dia. Dins de la seua idiosincràsia, si hi ha un tret popular que distingeix a les persones, i que està sempre viu a la parla popular de les gents, eixe és el malnom. És aquella manera de nomenar a una persona a causa d'alguna circumstància, que el distingeix dels altres. Potser per un defecte físic, per la professió que exerceix, per tindre un nom o un cognom característic,o per qualsevol altre motiu. En el meu cas particular, he de dir que mon pare es deia Julio Llabata. El pare de mon pare també s'anomenava Julio Llabata i el pare del seu pare s'anomenava Alejandro Llabata, com jo. Este va tindre, a banda del meu iaio, set fills més -huit en total-, tots ells xics. I, per a identificar-los, quan algú els preguntava el clàssic "I tu de qui eres", la resposta solia ser: sóc Julio, o Raimundo, o Germàn, el fill de Jandret. Per això mateix, a Paterna ens coneixen com els Jandrets. El malnom acota perfectament a la persona que el porta, bé amb orgull, bé com a penitència de tal manera que, dos o tres síl·labes identifiquen amb més precisió a una persona, que els cognoms amb més ranci llinatge amb els que hi podem estar registrats al Registre Civil. Vicent Cotolí ha estat ben conscient d'això. Per este motiu i, especialment pel seu amor al poble que el va vore nàixer, ja fa temps, amb el seu cunyat Vicente Fabado Valero, "el Retoret" es va dedicar a recopilar tots els malnoms de Paterna. Casualment, als Jocs Florals de Paterna de l'any 1986, es va convocar un premi amb un tema similar al que estaven investigant, anomenat "Motes de las gentes de Paterna y sus significados", varen presentar el seu treball al concurs i varen guanyar el premi. Trenta-cinc anys després, veu la llum este llibre anomenat Motes de las gentes de Paterna, on Vicent Cotolí ha corregit, ampliat i ha afegit fotografies, a aquell treball original, amb la paciència d'un pràctic amanuense, i amb la precisió d'un rellotger artesà. Al llarg de les seues amenes pàgines endevinem, a partir dels malnoms descrits, la vida quotidiana de la senzilla gent d'aquella Paterna de la Torre desmotxada, del carro i l'haca i del Naiximent de la Font, que varen ser els nostres pares, els nostres iaios i en definitiva, els nostres avantpassats, dels qui hem heretat eixa forma de ser tan característica que tenim els paterners. Perfectament podem dir, sense por a equivocar-nos, que es tracta d'un llibre que, encara que només té, no arriba a uns pocs dies de vida, ja el podem considerar un clàssic dins de la nostra cultura local, imprescindible a qualsevol llar paternera, a conservar entre el quadre de la torre moruna pintat per Poblador, l'elegant socarrat de Francisco Giner i la venerada fotografia del primer pla del Santíssim Crist de la Fe, de Bordàs. La història dels pobles la fan les seues persones en el seu dia a dia. I gràcies a la paciència a la constància i el saber fer de l'autor, s'ha evitat que eixa saviesa popular arreplegada al llarg de cinc-centes pàgines, s'haja perdut per a sempre en la foguera del temps i ens haja deixat òrfens de les nostres arrels populars. Des d'estes paraules no podem tindre més que paraules de reconeixement, d'agraïment i d'admiració cap al seu autor, el nostre bon amic Vicente Cotolí Ibáñez.

lunes, 8 de marzo de 2021

La "Violencia" de Bibiana Collado Cabrera

En el día internacional de la Mujer de 2021, tenemos el honor y el lujo de entrevistar a una mujer poeta. Bibiana Collado Cabrera (Burriana, 1985) es licenciada en Filología Hispánica por la Universitat de València, donde también realizó el Máster de Estudios Hispánicos Avanzados y defendió su tesis doctoral, titulada “El imperio nuevo de tu palabra”: Canon, tradición y ruptura en poetas cubanas de la Revolución. En el ámbito de la escritura poética ha obtenido numerosos reconocimientos, entre los que destacan el XXXIV Premio de poesía Arcipreste de Hita (2012) por Como si nunca antes (Pre-Textos); el accésit del Premio Adonáis (2016) por El recelo del agua (Rialp); y el Premio Complutense de Literatura 2017 por Certeza del colapso (Ediciones Complutense). En la actualidad es profesora de lengua y literatura en el Instituto Jordi de sant Jordi y en la Facultat de Magisteri de la Universitat de València. Recientemente ha publicado con la editorial La bella Varsovia su último poemario, titulado Violencia, en el que la autora entra de lleno en el mecanismo de los malos tratos y nos reprocha desde su aparente intimidad ¿Qué clase de sociedad lo permite? ¿Cómo poner fin a la violencia sin participar de sus leyes? Sin violencia, -en este caso la Violencia de Bibiana Collado no es más que un juego de palabras,- hoy, en el día internacional de la Mujer de 2021, tenemos el gusto de compartir unas palabras con su autora, con Bibiana Collado Cabrera.


P: ¿Qué es para ti escribir?

BC: Un trabajo. A algunas personas les puede sorprender esta respuesta. Sin embargo, probablemente estén de acuerdo conmigo. Escribir es, o debería ser, un trabajo reconocido y remunerado. Y qué hermoso trabajar en lo que se ama.

P: ¿Desde cuándo escribes?

BC: Desde siempre, tengo carpetas y carpetas guardadas desde niña con versos.

P: Descríbenos el lugar en el que escribes habitualmente.

BC: Escribo en cualquier parte, no necesito espacios rituales. Lo que sí agradezco siempre es ver la calle desde el lugar en el que esté (benditas ventanas). 

P: Dinos un lugar en el que te gustaría escribir.

BC: Cualquier biblioteca.

P: ¿Qué es para ti la poesía?

BC: El canto de lo que se ha roto o del miedo a que se rompa.

P: ¿Descubriste tú la poesía o fue la poesía quien te descubrió a ti?

BC: A mí me descubrió mi profe de lengua y su insistencia en que recitáramos poemas de memoria. Le faltaban pocos años para jubilarse, era soltera, de carácter recio, parecía invencible. Y un día nos obligó a aprendernos de memoria “Yo voy soñando caminos” de Machado (sí, digo “obligar”, aunque ahora no parezca correcto). Salíamos uno a uno y decíamos los versos delante de la clase y ella nos escuchaba sentada en su silla con los ojos más hondos que recuerda mi preadolescencia: ¿qué aguda espina dorada echaría de menos la señorita Mari Carmen?

P: Tienes un excelente currículum, intachable y envidiable, como se puede leer en la introducción de esta entrevista. Aún así, ¿Sientes discriminación en tu puesto de trabajo?

BC: No se trata de lo que yo “sienta”, sino de la realidad. A mí, a todas, se nos minoriza, se nos ningunea y se nos utiliza en innumerables ocasiones. Si me pusiera a escribir aquí cada una de las situaciones desagradables que he tenido que vivir, la entrevista se alargaría páginas y páginas y páginas.

P: En el año 2012, ganaste el XXXIV Premio de poesía Arcipreste de Hita, convocado por el Ayuntamiento de Alcalá la Real (Jaén), por el poemario “Como si nunca antes”. Un año después, se publicó en la editorial Pre-Textos ¿Qué recuerdos guardas de aquella efemérides?

BC: Por una parte, guardo recuerdos hermosos porque ese premio hizo posible la publicación de mi primer libro, fue un reconocimiento público importante. Pero, por otra parte, también lo envuelven recuerdos amargos, ya que quien era mi pareja en ese momento empezó a sentirse incómodo con el hecho de que yo destacara e inició un camino de no retorno del que fue muy difícil salir. No es la única vez en que un éxito en mi vida se ha visto empañado porque el hombre que me acompañaba no ha sabido digerirlo. 

P: “El recelo del agua” ve la luz en marzo de 2017, con el que ganaste el año anterior un accésit del prestigioso premio Adonáis de poesía. El jurado valoró “su serena renovación de la poesía de carácter social y familiar desde la emoción y la memoria”. ¿Cuánto hay de personal en tu poesía?

BC: “El poeta es un fingidor. / Finge tan completamente / que hasta finge que es dolor / el dolor que en verdad siente”. Pessoa lo explicó tan bien…

P: Certeza del colapso es tu penúltima publicación poética hasta la fecha, con la que ganaste el Premio Complutense de Literatura 2017. En la misma adoptas un tono grave, dramático. ¿No hay mucho dolor en tu poesía?

BC: Hay mucho dolor en la vida. Y el dolor no suele tener un tono grave, dramático; quizá eso sea lo más perturbador. 

P: Háblanos de Violencia. Se trata de un poemario valiente, que trata de una forma descarnada la violencia de género. Lo primero que observo es que el tiempo verbal en el que está escrito es en primera persona. Esperemos que se trate sólo de un recurso literario.

BC: Un poemario, como cualquier otra obra literaria, es ficción. Independientemente del libro, si lo que me estás preguntado es si yo he sido víctima de violencia machista, la respuesta es sí.

P: El lenguaje es machista por antonomasia. La diferencia de connotación al decir de un hombre que es un zorro, a decir de una mujer que es una zorra, es más que evidente ¿Hasta qué punto el lenguaje puede generar violencia? ¿El lenguaje puede transformar la realidad?

BC: El lenguaje es la herramienta imprescindible, inevitable. Su utilización condiciona nuestra mirada y nuestro estar en el mundo, así que trabajar a partir de él resulta fundamental.

P:En virtud de todo ello, ¿Qué relación guarda la palabra despecho con la palabra víctima?

BC: El poema que abre el libro lo explica mejor que yo.

(Con el permiso de Bibiana, reproducimos dicho poema, que es el que inspira esta pregunta:



        La palabra despecho constituye

        un éxito del lenguaje

        -y el lenguaje siempre es patrimonio del opresor-.


        La palabra despecho desactiva

        todo discurso, anula cualquier

        fisura. Convierte en indecible

        la quemazón que origina la cuerda.


        La palabra despecho produce Casandras,

        dibuja márgenes, construye afueras

        donde replegarse, rincones de pensar

        que nos convenzan de que todo era válido

        durante la guerra pero la guerra ha acabado.


        El lenguaje nos niega la rabia del vencido,

        condenándonos al llanto blando de la pérdida,

        borrando cuidadosamente cada uno

        de los trazos infringidos sobre el cuerpo-alfabeto

        de mi lengua.


        La palabra despecho no me deja decir

        la palabra víctima.



P: “Como si yo no fuera ella / como si yo no fuera / una de ellas” ¿Esta negación significa que la propia mujer puede llegar a ser más cruel con otra mujer, más machista que el propio hombre?

BC: No. Significa que los medios de comunicación han tendido a ofrecernos una única imagen de mujer maltratada (dependiente en el nivel económico, sin estudios superiores o con una especial vulnerabilidad debido a su edad o a otra condición). Esta imagen única resulta excluyente y manipuladora y dificulta el proceso de reconocimiento de las propias mujeres como víctimas (si yo tengo estudios superiores, soy independiente económicamente, tengo un carácter fuerte… ¿puedo ser víctima?).

P: Tratas magistralmente el tema de la violencia de género en tu poemario. Se trata de una lacra social que está por desgracia, demasiado presente en entre nosotros contra la que se han adoptado diferentes medidas legislativas para luchar contra ella. Pero paradójicamente, se trata de un fenómeno que no se extingue, sino que se mantiene. ¿Qué está fallando? ¿Qué medidas crees que deberían adoptarse para derrotar esta lacra social?

BC: No lo sé. Por eso no he escrito un ensayo o un texto legislativo. De hecho, este libro no tiene ni el más mínimo afán didáctico. En cualquier caso, considero necesaria la visibilización del fenómeno. La inmensa mayoría de las mujeres silenciamos los abusos y maltratos a los que somos sometidas porque señalar con el dedo tiene consecuencias gravísimas para nosotras o, peor aún, no tiene ninguna consecuencia.

P: “¿Cómo decirles que no se dejen / hacer aquello / que yo he dejado?” Eres profesora de lengua y literatura en un instituto de Valencia. ¿Probablemente la solución a la violencia de género pasa inevitablemente por la formación y la educación en valores?

BC: Si, pero el profesorado no es más que un microcosmos con las mismas virtudes y defectos que la sociedad en general. Por tanto, las profesoras somos víctimas de violencia de muchos tipos, también en los centros. Y nuestras alumnas también son víctimas. Dar clase evidencia nuestras contradicciones y las de la realidad que nos rodea.

P: ¿Cómo te gustaría que te recordaran?

BC: Es mejor recordar versos.

P: ¿Con qué nuevo libro de poesía nos sorprenderás en el futuro? ¿Tienes algún proyecto entre manos?

BC: Siempre tengo textos entre manos, pero es pronto para hablar.



Desde este blog, en el día internacional de la mujer, agradecemos de corazón las palabras de Bibiana a quien deseamos lo mejor, tanto en su faceta profesional tanto como escritora y profesora, como en su faceta personal.