jueves, 14 de agosto de 2014

Clavarios de honor.

Hace catorce años se extinguió la figura de la clavaría y el clavario mayor, así como una determinada forma de organizar las fiestas en honor al Santísimo Cristo de la Fe y San Vicente Ferrer. Pero antes de que este capítulo de nuestra historia local se diluya en la noche del olvido, hemos creído oportuno traer hasta nuestros días una institución que se creó y que ha perdurado durante la segunda mitad del siglo veinte y que también se extinguió en la hoguera del tiempo al comenzar el nuevo milenio. Se trata de la figura del clavario de honor.

Para contextualizar esta institución, debemos remontar la mirada a los años 40 y principios de los 50 del Siglo XX. En el año 1950 se celebró el 25 aniversario de la Coronación del Santísimo Cristo de la Fe. Ese mismo año tomó posesión como párroco de San Pedro Apóstol D. Francisco Javier Peris Larcada. Las fiestas del Cristo, que eran organizadas por la cofradía /clavaría del Santísimo Cristo de la Fe y San Vicente Ferrer, se estructuraban de la siguiente manera: cada año se buscaba a un clavario mayor que era nombrado públicamente por el párroco de San Pedro Apóstol el 15 de agosto, después de la procesión de la Virgen de la Asunción. Él era quien se encargaba de organizar un equipo de personas que colaborase con él en la confección de las fiestas del Cristo. Al existir cada año un clavario mayor y una clavaría diferente y como no había otra forma de financiación de las fiestas más que los propios fondos aportados por los propios clavarios, obtenidos por sus propias cuotas, el beneficio de las participaciones de loterías que se vendían entre los paterneros, el beneficio de la venta de los libros de fiestas así como la publicidad insertada dentro de los mismos, y al llevarse a cabo con el tiempo la ampliación del programa de actos festivos, era necesario, pues, buscar nuevas fuentes de financiación de las fiestas. Y se creó la figura del clavario de honor. Este era aquella persona que, siendo o no de Paterna, obsequiaba a la clavaría de ese año con un donativo para, con ese dinero recaudado, colaborar a engrandecer las fiestas mayores de Paterna.

Si hacemos un recorrido por los diversos libros de fiestas, podemos ver que el primer año en el que aparece una página con la relación de los clavarios de honor es en 1952. En los sucesivos libros de fiestas fue repitiéndose un listado de clavarios de honor, con las mismas personas unas veces, si bien la tendencia era a ampliar dicho número, con la idea de que, cuantos más clavarios de honor hubiera, más fondos se recaudarían y, de esa manera, más grandes serían las fiestas mayores de Paterna. Por tanto, vemos que, ininterrumpidamente cada clavaría tenía su relación de clavarios de honor, más o menos extensa, hasta el año 2000. Decimos ininterrumpidamente aunque podemos apreciar que, dentro de dicha secuencia en el tiempo hubo algunos años en los que no aparece dicho listado. Así, en el año 1969, vemos que no hay ninguna mención de clavarios de honor. Ni tampoco en 1971. Ni en 1975. Y en el año 1971 sólo aparece un “Clavario mayor de honor. Excmo. Sr. D. Vicente Mortes Alfonso”. Puestos en contacto con algunos organizadores de las fiestas de dichos años, nos confirman que, efectivamente, no aparece una relación nominal de Clavarios de Honor publicada en el libro de las fiestas. Pero sí que consta en el balance económico de la clavaría una relación de personas que aportó dinero, como colaboradores y simpatizantes, para los juegos florales y otros actos festivos. Al preguntar por qué no hubo clavarios de honor, nos indican que ello fue seguramente, porque se disponía ya del dinero suficiente para llevar a cabo todos los actos de las fiestas y por eso no fue necesario recurrir a esta vía de financiación.

La forma de elegir a los clavarios de honor era de la siguiente manera: Al inicio del ejercicio festivo, allá por los meses de otoño, se iba haciendo ya una previsión de ingresos y gastos. Y cada uno de los clavarios debía aportar varios nombres de personas que generosamente quisieran colaborar. Asimismo, se disponía del listado de clavarios de honor, publicado en el libro de las fiestas anterior. A cada una de estas personas se les hacía el ofrecimiento al que, normalmente, accedían. Podía ser cualquier persona, más o menos vinculada con Paterna, que dispusiera de capital suficiente como para poder donar una cantidad lo suficientemente generosa que permitiera que no se resintiera su economía doméstica habitual.

La distribución de los clavarios de honor a lo largo de la página en la que estaban relacionados era de la siguiente manera: Se encabezaba con una relación de cinco o siete personas, que solían ser autoridades civiles, militares y religiosas, así como hijos adoptivos o predilectos de la villa, todos ellos con su tratamiento correspondiente. Y luego, a continuación, se relacionaba un listado con los nombres y apellidos de los diferentes clavarios de honor de dicho ejercicio. Vemos que la gran cantidad de ellos son hombres, siendo escasísimo el nombre de mujeres que aparece en dicha relación. También leemos el nombre de alguna persona jurídica que otra, como el Centro de Educación y Descanso, el Centro Musical Paternense, la Sociedad de Cazadores o la Sociedad de Colombaires entre otros, así como alguna mercantil que otra como la Empresa Cine Palafox, por ejemplo.

Su función era meramente de carácter honorífico y de mera colaboración económica para con las fiestas de Paterna. Por tanto, no tenían ningún tratamiento especial, ni ninguna referencia particular. La aportación económica de cada uno de ellos era totalmente voluntaria, no existiendo ninguna cuantía mínima o máxima a aportar. Cada uno daba la cantidad que libremente consideraba. Y la clavaría de cada año en agradecimiento, tenía un detalle para con ellos que solía ser una figura con la imagen del Santísimo Cristo de la Fe, acompañada con algún elemento autóctono local, como por ejemplo la torre de Paterna. Dicho obsequio solía ir acompañado de una inscripción alusiva, que muchas veces era nominal. Al mismo tiempo, cuando se les entregaba dicho regalo, se les invitaba a asistir un día a la sede social de la clavaría de dicho año, para tomar un refrigerio, durante los días de fiestas en que estaba abierto dicho casal.

Llegado el año 2000, cambió la forma de organización de las fiestas mayores de Paterna. Ya no era una clavaría la que se encargaba de la misma, sino una comisión de fiestas mayores en honor al Santísimo Cristo de la Fe y San Vicente Ferrer, dependiente del Ayuntamiento de Paterna, en la cual se integrarían todos los sectores festivos locales, entre los cuales se encuentra la Real Cofradía del Santísimo Cristo de la Fe y San Vicente Ferrer. Por tanto, a partir de dicho momento, como las fiestas ya no eran sufragadas por las clavarías, sino en su gran mayoría por los fondos públicos municipales ya no fue necesaria la vigencia de la figura del clavario de honor y este elemento festivo se extinguió para siempre.

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