Hace catorce años se
extinguió la figura de la clavaría y el clavario mayor, así como una
determinada forma de organizar las fiestas en honor al Santísimo Cristo de la
Fe y San Vicente Ferrer. Pero antes de que este capítulo de nuestra historia
local se diluya en la noche del olvido, hemos creído oportuno traer hasta
nuestros días una institución que se creó y que ha perdurado durante la segunda
mitad del siglo veinte y que también se extinguió en la hoguera del tiempo al
comenzar el nuevo milenio. Se trata de la figura del clavario de honor.
Para contextualizar esta institución, debemos remontar la mirada a los
años 40 y principios de los 50 del Siglo XX. En el año 1950 se celebró el 25
aniversario de la Coronación del Santísimo Cristo de la Fe. Ese mismo año tomó
posesión como párroco de San Pedro Apóstol D. Francisco Javier Peris Larcada.
Las fiestas del Cristo, que eran organizadas por la cofradía /clavaría del
Santísimo Cristo de la Fe y San Vicente Ferrer, se estructuraban de la siguiente
manera: cada año se buscaba a un clavario mayor que era nombrado públicamente
por el párroco de San Pedro Apóstol el 15 de agosto, después de la procesión de
la Virgen de la Asunción. Él era quien se encargaba de organizar un equipo de
personas que colaborase con él en la confección de las fiestas del Cristo. Al
existir cada año un clavario mayor y una clavaría diferente y como no había
otra forma de financiación de las fiestas más que los propios fondos aportados
por los propios clavarios, obtenidos por sus propias cuotas, el beneficio de
las participaciones de loterías que se vendían entre los paterneros, el
beneficio de la venta de los libros de fiestas así como la publicidad insertada
dentro de los mismos, y al llevarse a cabo con el tiempo la ampliación del
programa de actos festivos, era necesario, pues, buscar nuevas fuentes de
financiación de las fiestas. Y se creó la figura del clavario de honor. Este
era aquella persona que, siendo o no de Paterna, obsequiaba a la clavaría de
ese año con un donativo para, con ese dinero recaudado, colaborar a engrandecer
las fiestas mayores de Paterna.
Si hacemos un recorrido
por los diversos libros de fiestas, podemos ver que el primer año en el que
aparece una página con la relación de los clavarios de honor es en 1952. En los
sucesivos libros de fiestas fue repitiéndose un listado de clavarios de honor,
con las mismas personas unas veces, si bien la tendencia era a ampliar dicho
número, con la idea de que, cuantos más clavarios de honor hubiera, más fondos
se recaudarían y, de esa manera, más grandes serían las fiestas mayores de
Paterna. Por tanto, vemos que, ininterrumpidamente cada clavaría tenía su
relación de clavarios de honor, más o menos extensa, hasta el año 2000. Decimos
ininterrumpidamente aunque podemos apreciar que, dentro de dicha secuencia en
el tiempo hubo algunos años en los que no aparece dicho listado. Así, en el año
1969, vemos que no hay ninguna mención de clavarios de honor. Ni tampoco en
1971. Ni en 1975. Y en el año 1971 sólo aparece un “Clavario mayor de honor.
Excmo. Sr. D. Vicente Mortes Alfonso”. Puestos en contacto con algunos
organizadores de las fiestas de dichos años, nos confirman que, efectivamente,
no aparece una relación nominal de Clavarios de Honor publicada en el libro de
las fiestas. Pero sí que consta en el balance económico de la clavaría una
relación de personas que aportó dinero, como colaboradores y simpatizantes,
para los juegos florales y otros actos festivos. Al preguntar por qué no hubo
clavarios de honor, nos indican que ello fue seguramente, porque se disponía ya
del dinero suficiente para llevar a cabo todos los actos de las fiestas y por
eso no fue necesario recurrir a esta vía de financiación.
La forma de elegir a los clavarios de honor era de la siguiente manera:
Al inicio del ejercicio festivo, allá por los meses de otoño, se iba haciendo
ya una previsión de ingresos y gastos. Y cada uno de los clavarios debía
aportar varios nombres de personas que generosamente quisieran colaborar.
Asimismo, se disponía del listado de clavarios de honor, publicado en el libro
de las fiestas anterior. A cada una de estas personas se les hacía el
ofrecimiento al que, normalmente, accedían. Podía ser cualquier persona, más o
menos vinculada con Paterna, que dispusiera de capital suficiente como para
poder donar una cantidad lo suficientemente generosa que permitiera que no se
resintiera su economía doméstica habitual.
La distribución de los
clavarios de honor a lo largo de la página en la que estaban relacionados era
de la siguiente manera: Se encabezaba con una relación de cinco o siete
personas, que solían ser autoridades civiles, militares y religiosas, así como
hijos adoptivos o predilectos de la villa, todos ellos con su tratamiento
correspondiente. Y luego, a continuación, se relacionaba un listado con los
nombres y apellidos de los diferentes clavarios de honor de dicho ejercicio.
Vemos que la gran cantidad de ellos son hombres, siendo escasísimo el nombre de
mujeres que aparece en dicha relación. También leemos el nombre de alguna
persona jurídica que otra, como el Centro de Educación y Descanso, el Centro
Musical Paternense, la Sociedad de Cazadores o la Sociedad de Colombaires entre
otros, así como alguna mercantil que otra como la Empresa Cine Palafox, por
ejemplo.
Su función era meramente de carácter honorífico y de mera colaboración
económica para con las fiestas de Paterna. Por tanto, no tenían ningún
tratamiento especial, ni ninguna referencia particular. La aportación económica
de cada uno de ellos era totalmente voluntaria, no existiendo ninguna cuantía
mínima o máxima a aportar. Cada uno daba la cantidad que libremente
consideraba. Y la clavaría de cada año en agradecimiento, tenía un detalle para
con ellos que solía ser una figura con la imagen del Santísimo Cristo de la Fe,
acompañada con algún elemento autóctono local, como por ejemplo la torre de
Paterna. Dicho obsequio solía ir acompañado de una inscripción alusiva, que
muchas veces era nominal. Al mismo tiempo, cuando se les entregaba dicho
regalo, se les invitaba a asistir un día a la sede social de la clavaría de
dicho año, para tomar un refrigerio, durante los días de fiestas en que estaba
abierto dicho casal.
Llegado el año 2000, cambió la forma de organización de las fiestas
mayores de Paterna. Ya no era una clavaría la que se encargaba de la misma,
sino una comisión de fiestas mayores en honor al Santísimo Cristo de la Fe y
San Vicente Ferrer, dependiente del Ayuntamiento de Paterna, en la cual se
integrarían todos los sectores festivos locales, entre los cuales se encuentra
la Real Cofradía del Santísimo Cristo de la Fe y San Vicente Ferrer. Por tanto,
a partir de dicho momento, como las fiestas ya no eran sufragadas por las
clavarías, sino en su gran mayoría por los fondos públicos municipales ya no fue
necesaria la vigencia de la figura del clavario de honor y este elemento
festivo se extinguió para siempre.